miércoles, 31 de agosto de 2005

Una auténtica pesadilla

De la novela Trainspotting de Irvine Welsh. No he visto la peli pero si sale esta secuencia habrá que verla. Los visitantes a este humilde blog a quienes el "humor" escatológico no les haga la menor gracia les recomiendo que se salten el fragmento:


EL TRADICIONAL DESAYUNO DOMINICAL
Ay Dios mío, dónde cojones estoy. Dónde cojones… simplemente no reconozco esta habitación en absoluto… piensa, Davie, piensa. No parece que sea capaz de generar saliva suficiente para despegar la lengua del paladar. Qué tontolculo. Qué capullo.. qué… nunca más.
AY JODER… NO… por favor. No, no, joder, NO…
Por favor.
No dejes que esto me esté sucediendo a mí. Por favor. Seguro que no. Seguro que sí.
Sí. Me desperté en una cama extraña en una habitación extraña, cubierto de mi propia guarrada. Me había meado en la cama. Había potado en la cama. Me había cagado en la cama. Mi cabeza está dando jodidos zumbidos, y mis tripas están un tumulto nauseabundo. La cama es un asco, un jodido asco total.
Levanto la sábana inferior, y después quito la funda del edredón y las envuelvo juntas; el acerbo cóctel tóxico en medio. Está amontonado en una bola segura, sin señal alguna de goteras. Doy la vuelta al colchón para ocultar la parte húmeda, y me voy al retrete; me ducho para sacarme la mierda del pecho, muslos y culo. Ahora sé dónde estoy: en casas de la madre de Gail.
Hostia puta.

Casa de la madre de Gail. ¿Cómo llegué aquí? ¿Quién me trajo aquí? De vuelta en la habitación veo que mis ropas están cuidadosamente dobladas. Ay Cristo.
¿Quién cojones me desnudó?
Intenta volver atrás. Ahora es domingo. Ayer fue sábado. La semifinal en Hampden. Me puse en un estado que te cagas antes y después del partido. No tenemos ninguna posibilidad, pensé, nunca la tienes en Hampden contra uno de la vieja escuela, con el público y los árbitros sólidamente detrás de los clubs del establishment. Así que, en vez de cabrearme por ello, simplemente decidí pasar un buen rato y aprovechar el día. Ni marksman en Duke Street con los chicos de Leith; Tommy, Rents y sus colegas. Jodidos energúmenos. No recuerdo una puta cosa después de ese pub en Rutherglen antes del partido; la priva, la botella de vodka qye me chupé antes de encontrarnos en el pub para volver a subir al autobús para volver al pub…
Dónde entra Gail en el cuadro, no estoy muy seguro. Joder. Así que vuelvo a meterme en la cama, y el colchón y el edredón resultan fríos sin las sábanas. Algunas horas más tarde, Gail llama a la puerta. Gail y yo llevamos cinco semanas saliendo juntos pero aún no hemos tenido relaciones sexuales. Gail dijo que no quería que nuestra relación empezase sobre una base física, pues así es como sería definida principalmente a partir de entonces. Lo había leído en Cosmopolitan, y quería poner a prueba la teoría. Así que cinco semanas después, tengo un par de huevos como sandías. Probablemente haya una buena ración de leche junto al pis, la mierda y las potas.
"Cómo ibas anoche, David Mitchell", me ha dicho en tono de reproche. ¿Estaba verdaderamente enfadada o sólo jugaba a estar enfadada? Difícil de determinar. A continuación: "¿Qué ha pasado con las sábanas?" Verdaderamente enfadada.
"Eh, un pequeño accidente, Gail."
"Bueno, olvídate de eso. Ven abajo. Estamos a punto de desayunar."
Se ha marchado, y yo me he vestido perezosamente; he bajado a tientas las escaleras, deseando ser invisible. Me llevo el bulto abajo conmigo, pues quiero llevármelo a casa y lavarlo.
Los padres de Gail están sentados alrededor de la mesa de la cocina. Los sonidos y los olores de la preparación de una tradicional fritanga de desayuno dominical resultan nauseabundos. Mis tripas dan una rápida voltereta.
"Bueno, en menudo estado estaba alguien anoche", dice la madre de Gail, pero para mi alivio, bromeando y sin ira.
Yo he enrojecido de vergüenza. El señor Houston, sentado a la mesa de la cocina, ha intentado suavizarme las cosas.
"Pues oye, sienta bien darse rienda suelta de vez en cuando", ha comentado en mi apoyo.
"A éste le sentaría bien estar atado de vez en cuando", ha dicho Gail, dándose cuenta de que ha cometido un pequeño desliz cuando yo alzo las cejas hacia ella, sin que sus padres lo noten. Un poquitín de disciplina inglesa me iría perfectamente. De hecho, sería cojonudamente bueno…
"Eh, señora Houston", señalo las sábanas, en un bulto junto a mis pies en el suelo de la cocina. "He dejado un poco asquerosas las sábanas y la funda del edredón. Voy a llevármelas a casa para lavarlas. Las devolveré mañana."
"Ah, no te preocupes por eso, hijo. Las meteré en la lavadora. Tú siéntate y tómate el desayuno."
"No, pero, eh… una verdadera guarrería. Ya estoy bastante avergonzado. Me gustaría llevármelas a casa."
"Santo cielo", se ha reído el señor Houston.
"Nada de eso, tú siéntate, hijo, yo me ocuparé de ellas." La señora Houston ha cruzado el espacio que había entre nosotros y ha hecho un intento de aferrar el hatillo. La cocina era su territorio y no admitía oposición en él. Me lo he apretado contra el pecho; pero la señor Houston es rápida que te cagas y engañosamente fuerte. Ha logrado una buena presa y ha tirado en mi contra.
Las sábanas se han abierto y una acerba ducha de cagarrinas, fina vomitina alcohólica y vil pis ha chapoteado sobre el suelo. La señora Hosuton se ha quedado mortificada unos segundos, y después ha echado a correr, potando dentro del fregadero.
Manchas marrones de mierda escurridiza han manchado las gafas, cara y camisa blanca del señor Houston. Se habían diseminado por la mesa de linóleo y su comida como si hubiese hecho el guarro con una salsa aguada de las tiendas de chips. Gail llevaba un poco en su blusa amarilla.
Jesús. Joder.
"Por amor de Dios… por amor de Dios…", repetía el señor Houston mientras la señora Houston potaba y yo hacía un patético intento de devolver parte de la guarrada a las sábanas.
Gail me ha echado una mirada de aversión y asco. No puedo ver un desarrollo posterior de nuestra relación ahora. Nunca meteré en la cama a Gail. Por vez primera, eso no me molesta. Sólo quiero salir de aquí.

lunes, 29 de agosto de 2005

Michel Houellebecq

Dicen que es polémico, hasta algunos vomitan que "Houellebecq, no sólo es un escritor que dice cosas asquerosas sino que además las dice asquerosamente", son los que al leerle se han sentido mal … a lo mejor porque les estaban poniendo el dedo en la llaga.
Me parece genial su capacidad de reflejar la incapacidad de amar y del resto de consecuencias de la alienación colectiva.
Totalmente recomendables las tres novelas que he podido leerme: "Las partículas elementales", "Ampliación del campo de batalla", y "Plataforma".

Sus referencias
Baudelaire, El mejor de los mundos de Aldous Huxley, American psycho de Brett Easton Ellis, Kant, Auguste Comte, La montaña mágica de Thomas Mann, The Book of Kells y... "Pif le chien".
Su mundo
Jimi Hendrix, Neil Young, Schubert, Françoise Hardy, Leonard Cohen, Brian Wilson y les Beach Boys, David Crosby. Le ron-gengibre, los cigarrillos, Monoprix
.
(Info Houellebecquiana extraída de www.houellebecq.info/)