lunes, 24 de diciembre de 2007

Sofía

Mantenía su casa en una oscuridad casi absoluta, apenas los rayos de luz infiltrados durante el día entre las pequeñas rendijas que las persianas, siempre bajadas, habilitaban para, al menos, intuir los contornos de los escasos muebles. Esas pequeñas rendijas eran las únicas vías de comunicación con el exterior, pero de alguna forma parecía como si la luz ya las ocupara completamente, evitando que nada pudiera salir hacia fuera: ningún sonido, ningún olor, ninguna mirada.
En un rincón del comedor la mecedora repetía su ritmo incesantemente, acompasada con las viejas y castigadas baldosas que a sus pies se lamentaban en todas y cada una de sus repeticiones. Junto a ella una diminuta mesita que apenas tenía espacio suficiente para sostener un teléfono que jamás sonaba y la foto de Pablo, cuando tenía treinta y pocos años, edad en que Sofía tenía la equivocada convicción de que aún no la engañaba. En el instante en el que la cámara capturó a su difunto marido, este se llevaba, sonriente, un cigarro a la boca, mientras con la otra mano se sujetaba el sombrero; no era casualidad que cincuenta años después su viuda eligiera esa imagen y no otra para acompañarla, ese cigarro representaba para ella una imagen simbólica de su camino hacia la muerte, un cáncer de pulmón tardó apenas dos semanas en fulminarlo… treinta años y doscientos quince mil cigarros después de aquella fotografía.
- No creo que tarde mucho, amor. Siento que de esta tarde no debe pasar, siento que ya viene a buscarme.
Su voz suave, entrecortada, apenas audible, contrastaba con el sordo y constante chirriar de la mecedora en su incesante balanceo.
- ¿Sabes?, se me hace raro el que pronto vuelva a verte ... sí, ¡no te rías! … quiero decir, cuando te encuentre allí arriba o donde sea que nos encontremos de nuevo … no sé si seré capaz de reconocerte … supongo que estarás con la edad con la que te fuiste, ¿no? … sí, claro, así debe ser … yo, en cambio, tan vieja ya … no te gustaré … quizás hasta te avergüences de mí …sí, sí que lo harás … espero que consigas disimularlo bien … me dolería darme cuenta ¿sabes?.
Es difícil soportar esto. Creo que si no vienen a buscarme pronto acabaré por arrastrarme hasta la caja de la gata y comerme su comida … ¡Dios! Siento arder el estómago … me duele la cabeza de una forma insoportable.
Su debilidad la obligó a dejar de hablar, sus pensamientos parecían perder fuerza, como si las palabras hubieran empezado a abandonarla y se marcharan poco a poco de su cabeza dejándola sólo con imágenes. Sí, le quedaban formas y colores, fotografías, pero notaba que el lenguaje la abandonaba y no podía describirlas. Tembló al darse cuenta de lo que significaba, habían venido a buscarla por fin … el momento tan esperado la llenó de pánico, hubiera querido cambiar de opinión, suplicar que esperaran un poco pero ya no le quedaban fuerzas para hacerlo … sólo veía aquellas fotografías que parecía habían estado escondidas bajo las palabras y que estas, al marcharse, habían dejado al descubierto. Le vio hablando con su hermana, le vio luego gozando de su cuerpo mientras ella, como había hecho siempre, giraba la cara para que no notara las lágrimas que el dolor le producía cada vez que la penetraba, vio la cara de Pablo cuando aquel verano le pegó una bofetada que le destrozó el alma; las imágenes se sucedían como en un pase de diapositivas: el día de su boda, su propia mirada preocupada esperando en el balcón que volviera a casa, un despertar alargando los brazos para confirmar que ya se había levantado, su padre sujetándose sonriente el sombrero mientras se llevaba un cigarro a la boca… Las imágenes cesaron. Las últimas palabras en dejar su cuerpo dibujaron su último pensamiento: había muerto sin ni siquiera haber empezado a vivir.


Mujer en mecedora Paco Puig

sábado, 22 de diciembre de 2007

Frases y fragmentos ... (XXXII)

... de lecturas más o menos recientes.


Bertrand Russell Mario Benedetti
Carlos Fisas Gloria Fuertes


"El conocimiento de hechos curiosos no sólo hace menos desagradables las cosas desagradables, sino que hace más agradables las cosas agradables. Yo encuentro mejor sabor a los melocotones y a los albaricoques desde que supe que fueron cultivados inicialmente en China, en la primera época de la dinastía Han; que los rehenes chinos en poder del gran rey Kaniska los introdujeron en la India, de donde se extendieron a Persia, llegando al Imperio romano durante el siglo I de nuestra era; que la palabra 'albaricoque' se deriva de la misma fuente latina que la palabra 'precoz', porque el albaricoque madura tempranamente, y que la partícula inicial 'al' fue añadida por equivocación, a causa de una falsa etimología. Todo esto hace que el fruto tenga un sabor mucho más dulce."
Elogio de la ociosidad. Bertrand Russell.

"No es muy inteligente ni sensible y gozará despreocupadamente de la vida; vivirá sin enterarse de su insignificancia, y ésta es una variante, acaso la única posible, de la felicidad."
Quién de nosotros. Mario Benedetti.

"Alejandro Magno increpaba a un pirata que había capturado echándole en cara su profesión.
- Soy pirata – se oyó responder – porque no tengo más que un barco. Si tuviera una flota, sería un conquistador.
Alejandro le dejó en libertad."
Historias de la Historia. Carlos Fisas.

"Las conferencias deben ser como las faldas de las mujeres: suficientemente largas para contener algo y suficientemente cortas para despertar el interés."
Historias de la Historia. Carlos Fisas.

"¡La mujer y el niño
necesitan más cariño,
que leche!"
Historia de Gloria. Gloria Fuertes

viernes, 14 de diciembre de 2007

Frases y fragmentos ... (XXXI)

... de lecturas más o menos recientes

D.H. Lawrence Tzvetan Todorov
Oliverio Girondo Carlos Fisas

"Pero así son las cosas. Desde el momento en que un libro llega a ser comprendido, sabido, una vez fijada o establecida una interpretación del mismo, dicho libro está muerto. Un libro solo permanece vivo en tanto que conserva su capacidad de conmovernos, de emocionarnos de forma diferente, es decir, en tanto en cuanto nos parece diferente cada vez que volvemos a leerlo. Ante la avalancha de libros ramplones que se agotan en una única lectura, el pensamiento moderno tiende a considerar que todos los libros son iguales, que basta con leerlos una sola vez. Pero eso no es así y, poco a poco, habrá que cambiar esa forma de pensar. El verdadero disfrute de un libro consiste en leerlo y releerlo, y encontrar en él siempre algo diferente, descubrir otro significado, otro nivel de significado. Como ocurre con todo, se trata de una cuestión de valores: nos inunda tal cantidad de libros que apenas nos damos cuenta que un libro puede ser algo valioso como una joya o una hermosa pintura, algo que se puede contemplar cada vez con mayor intensidad y, cada vez también, algo de lo que extraer una experiencia más profunda."
Apocalipsis. D.H.Lawrence.

"Si hoy en día me pregunto porqué amo la literatura, la respuesta que me viene a la cabeza de forma espontánea es: porque me ayuda a vivir. Ya no le pido tanto, como en la adolescencia, que me ahorre las heridas que podría sufrir en mis encuentros con personas reales; más que excluir las experiencias vividas, me hace descubrir mundos que se sitúan en continuidad con ellas y me permiten entenderlas mejor. Más densa y más elocuente que la vida cotidiana pero no radicalmente diferente, la literatura amplía nuestro universo, nos incita a imaginar otras maneras de concebirlo y de organizarlo."
La literatura en peligro. Tzvetan Todorov

"¿Morir? ¡Señor! ¡Señor! ¡Libradnos, Señor!
¿Dormir? ¡Dormir! ¡Concedédnoslo, Señor!
"
Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Oliverio Girondo.


"El gran polemista católico Louis Veuillot discutía un día con un majadero que no hacía más que vanagloriarse de sus antepasados. Veuillot puso fin a la disputa diciendo:
- Yo asciendo de una familia de humildes campesinos, ¿de quién desciende usted?"
Historias de la Historia. Carlos Fisas.

"Pero es que, amigos míos, la vida ha dado muchas vueltas. En mi adolescencia, a los doce o trece años, hablábamos en voz baja, de cómo se hacen los niños. Hoy, a la misma edad, los adolescentes hablan, en voz alta, de cómo no se hacen."
Historias de la Historia. Carlos Fisas.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Entrevista Michel Houellebecq

"Para circunscribirnos a la literatura, observamos que cada vez más ciertas críticas literarias publicadas en Internet por ahí son mejores que en los periódicos de papel , cada vez más. Poque son libres y no tienen el límite del formato. Con el tiempo, esto podría cambiar la visión mediática de la literatura"

La entrevista completa, para Clarín.com: aquí.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Frases y fragmentos ... XXX

... de lecturas más o menos recientes.


Plutarco Dawkins Sagan


"Un analfabeto se dirigió a Arístides, a quien nunca había visto antes, y le pidió que escribiera el nombre Arístides en un trozo de cerámica, a fin de poder votar por el ostracismo de este. Arístides le preguntó: ‘¿Qué mal te he hecho?’. El analfabeto contestó: ‘Ninguno. Y no le conozco, pero me molesta que todos le llamen Arístides el Justo’. Sin más, Arístides escribió su propio nombre en el trozo de cerámica."
Vida de Arístides. Plutarco.

"Pienso que la candidez confiada puede ser normal y saludable en un niño, pero puede convertirse en credulidad enfermiza y censurable en un adulto. Crecer y convertirse en adulto, en el sentido más pleno de la palabra, debería incluir el cultivo de un saludable escepticismo. La predisposición a dejarse engañar puede calificarse de infantil, porque es común (y defendible) en los niños. Sospecho que su persistencia en los adultos surge del deseo (en realidad, anhelo vehemente) de las seguridades y comodidades perdidas de la niñez. Este aspecto lo describió muy bien en 1986 Isaac Asimov, el gran escritor de ciencia ficción y divulgador científico: ‘Inspecciónese cada una de las muestras de seudociencia y se encontrará una manta de seguridad, un pulgar que chupar, una falda que agarrar’(…)
En la infancia nuestra credulidad nos es muy útil. Nos ayuda a llenar nuestro cráneo, de manera extraordinariamente rápida, con la sabiduría de nuestros padres y antepasados. Pero si no crecemos para salir de ella en la plenitud del tiempo, nuestra naturaleza de oruga nos convierte en un blanco fácil para astrólogos, médiums, gurúes, evangelistas y charlatanes
."
Destejiendo el arco iris: ciencia, ilusión y el deseo de asombro. Richard Dawkins.

"Dicho sea de paso, ‘sexo’ es correcto, mientras que ‘género’ no lo es. Género es un término técnico gramatical, que se aplica a las palabras, no a los organismos. En alemán, el género de una muchacha es neutro, pero su sexo es femenino. Los lenguajes amerindios tienen típicamente dos géneros, animado e inanimado. La asociación de género con sexo en algunos grupos de lenguajes es fortuita. Resulta gracioso que el eufemismo políticamente correcto – decir género cuando uno se refiere al sexo de cada cual- sea, en consecuencia, un ejemplo de imperialismo occidental."
Destejiendo el arco iris: ciencia, ilusión y el deseo de asombro. Richard Dawkins.

"¿Cómo es que apenas ninguna de las principales religiones ha considerado la ciencia y ha llegado a la siguiente conclusión: ‘¡Esto es mejor de lo que pensábamos! El universo es mucho mayor de lo que dijeron nuestros profetas, más grandioso, más sutil, más elegante?' En vez de eso dicen: ‘¡No, no, no! Mi dios es un dios pequeño, y quiero que siga siéndolo’. Una religión, vieja o nueva, que resaltara la magnificencia del universo tal como la revela la ciencia moderna podría ser capaz de movilizar reservas de reverencia y admiración que las confesiones convencionales apenas han explotado."
Un punto azul pálido. Carl Sagan.



sábado, 17 de noviembre de 2007

El cementerio

Un camino de piedras le recibió cuando penetró en el cementerio. Sabía que llenaban de piedrecillas el camino para amortiguar el ruido y evitar molestar a los que estaban debajo con las pisadas de los visitantes. Su padre le dijo una vez que todos los cementerios que él conocía tenían caminos de piedra, lo que confirmó su teoría. Le encantaba escuchar como su peso castigaba a un puñado de piedrecillas y como éstas se quejaban de esa forma tan musical; otras veces parecía entenderles un mensaje, un: ‘¡Silencio! Aquí la gente duerme … y, créeme, tienen un mal despertar’.
El aspecto de las tumbas y de los nichos, que imaginaba como camas perfectas diseñadas para gozar de la mayor comodidad posible, el silencio que imperaba y el interés de los mayores porque lo mantuviera, le habían llevado a la conclusión de que, efectivamente, dormían … (Si estuvieran muertos, ¿qué problema habría en hablar en voz alta, cantar o jugar escandalosamente al escondite con Laura y con mis primos dentro del cementerio?). Siempre había considerado a los que allí residían como gente que descansaba eternamente, aunque ese concepto de eternidad le parecía aún confuso. (Claro que sé que la gente muere, ¡tengo casi ocho años!, pero a ésos los incineran, como a la Tía Lourdes, porque ya no van a despertar jamás, los que traen aquí sólo están dormidos).
Cipreses, rodeando el muro a lo largo de todo el perímetro del cementerio, a una prudente distancia entre ellos, como torres de vigilancia. También le fascinaban los cipreses, a quienes consideraba unos enormes guardianes dispuestos a agacharse ágilmente y recoger entre sus ramas, para expulsarlo como una catapulta, a aquel que ignorando las órdenes de los mayores y las advertencias de las piedras del camino hiciera el ruido suficiente para que existiera el riesgo de que alguien despertara. Es cierto que nunca había visto que eso sucediera pero ¿cuál podía ser sino su función? y ¿por qué entonces nunca había visto cipreses fuera del cementerio?.
Había ido a mirar las fotos. Cientos de pequeñas fotografías que identificaban a cada una de las personas en el lugar donde reposaban. Muchas eran de personas muy mayores, que imaginaba les habían tomado justo antes de que iniciaran su gran sueño, pero otras eran anteriores: de sus bodas, de la primera comunión, de militares, de cuando iban al colegio, o incluso alguna de cuando eran bebés. No entendía porqué eran tan pequeñas y, en cambio, todas aquellas cruces eran tan grandes.
(-Luis, el profesor ha venido a decirme que has dicho en clase que no crees; - No, papá, yo no creo. Yo creo; – ¿Te estás riendo de mí?; -¡No, papá! Quiero decir que no creo en las cosas que explica el Padre Ramón, pero creo cosas … creo, de crear, … no de creer … cosas que me parecen más creíbles que las que él dice).
Siempre que las veía recordaba cuando su padre le preguntó aquello después de hablar con el profesor, cómo se levantó a buscar la correa para castigarle y cómo se detuvo después, mirándole fijamente, para, finalmente, y para su sorpresa y alivio, decirle mientras le acariciaba el pelo: ‘Está bien hijo. Pero nunca se lo cuentes a tu madre, ¿de acuerdo?’.
Se detuvo junto a un nicho a ras de suelo, en el que aparecía la foto de una niña de su edad que le miraba con un gesto serio que contrastaba con sus graciosas trenzas. Era la que andaba buscando, se agachó para verla mejor. Miró a derecha e izquierda para asegurarse que estaba sólo. La altura del muro hacía que los cipreses no pudieran verle en aquel punto. Finalmente se decidió y golpeó suavemente sobre el nicho ... toc toc … como si llamara a la puerta. Miraba continuamente hacia arriba para asegurarse que el muro le protegía … ¿Hola? … Toc Toc ... un poco más fuerte … El fuerte viento hacía moverse una papelera metálica cuyo chirrido competía con su silbido. ¿Puedes oírme? ¿Estás dormida? … TOC TOC … He pensado que a lo mejor te gustaría ir a jugar y, luego vuelves ... El viento … ¡El viento! Se giró para mirar sobre el muro y, aterrado, comprobó que su fuerza había movido lo suficiente la parte superior de uno de los cipreses para que estuviera en su campo de visión. Se levantó y empezó a correr hacia la salida, el viento parecía frenarle en su huída, le daba la sensación que las piedras del camino intentaban hacerle tropezar … veía a los cipreses girar hacia un lado y hacia otro (el viento, debe ser el viento), como si hablaran entre ellos decidiendo quien se encargaba de cogerle … Correr, correr, correr … Llegó hasta la verja de la salida .. ¡Cerrada! ¿Se había marchado ya el vigilante? … La empujó, estaba abierta, el viento la había entornado. Corrió sin detenerse por el parque que rodeaba el cementerio, atravesó la avenida para dirigirse a su casa a la que llegó apenas sin aliento. Su madre, en la cocina, se asustó al verle. '¡¡Luis!!, ¿Qué te pasa?. Parece que te persiga el diablo'. La abrazó y en cuanto recuperó parte del aliento le dijo entrecortadamente: 'Mamá, prométeme que si alguna vez me quedo dormido para siempre no pondréis en mi tumba una foto en la que esté guapo'.


sábado, 10 de noviembre de 2007

Frases y fragmentos ... XXIX

... de lecturas más o menos recientes.

Baudelaire Alberti

"Yo no pretendo que la Alegría no pueda asociarse con la Belleza, pero digo que la Alegría es uno de sus adornos más vulgares, mientras que la Melancolía es, por decirlo así, su ilustre compañera, llegando hasta el extremo de no concebir (¿será mi cerebro un espejo embrujado?) un tipo de Belleza donde no hay Dolor."
Mi corazón al desnudo. Charles Baudelaire.

"Hay que trabajar, si no por gusto, al menos por desesperación, ya que está comprobado que trabajar es menos fastidioso que divertirse.
Mi corazón al desnudo. Charles Baudelaire.

"Gusto inconmovible por la prostitución en el corazón del hombre, de donde nace su horror a la soledad. Quiere ser dos. El hombre de genio quiere ser uno, por lo tanto, solitario.
La gloria es seguir siendo uno y prostituirse de una manera original."
Mi corazón al desnudo. Charles Baudelaire

"Cuanto más el hombre cultiva las artes, menos jode.
Entre el espíritu y la bestia se produce un divorcio cada vez más sensible.
Sólo la bestia jode bien y la fornicación es el lirismo del pueblo.
Joder es aspirar a entrar en otro, y el artista jamás sale de sí."

Mi corazón al desnudo. Charles Baudelaire.

"¿Subsistiría alguien sobre la Tierra si cada hombre hubiese confesado a otro todos sus pensamientos? Creo que hasta nuestros primeros padres, Adán y Eva, se habrían asesinado mutuamente al pie del Árbol paradisíaco de la Ciencia."
Rafael Alberti (prólogo a Mi corazón al desnudo de Charles Baudelaire)

domingo, 28 de octubre de 2007

Frases y fragmentos ... XXVIII

... de lecturas más o menos recientes.

Anais Nin Manguel

"… me retiene un amigo de Truman Capote que está borracho, que se pega a mí, y una mujer enfadada que me ataca:
-¿Así que usted es Anaïs Nin? Odio a las mujeres que lo cuentan todo."
Diario VII (1966-1974). Anaïs Nin

"Sólo cuando el poeta y el científico trabajen conjuntamente se lograrán experiencias vivas y se conocerán las maravillas del universo a medida que se vayan descubriendo"
Diario VII (1966-1974). Anaïs Nin

"Los trabajadores que emigraron a Estados Unidos llevaron consigo, entre otras cosas, la institución del lector: una ilustración del American Practical Magazine de 1873 muestra a uno de esos lectores, con gafas y sombrero de ala ancha, sentado con las piernas cruzadas y un libro en las manos mientras una hilera de cigarreros (todos varones) en chaleco y mangas de camisa se dedican a enrollar puros, totalmente absortos, al parecer, en lo que están haciendo. (…)
Tenían sus libros preferidos: El conde de Montecristo, por ejemplo, llegó a ser tan popular que un grupo de obreros escribió a Dumas, poco antes de su muerte en 1870, pidiéndole que les permitiera dar el nombre de su personaje a uno de los tipos de cigarro. El novelista francés accedió
."
Una historia de la lectura. Alberto Manguel.





"Van a la caza de autógrafos, poniendo los libros ante las narices del autor con la esperanza de marcharse con la bendita inscripción 'A Polonio, con los mejores deseos, el Autor'. Su entusiasmo llevó al novelista William Golding a decir (durante el festival literario de Toronto en 1989) que 'un día, alguien encontrará un ejemplar de una novela de William Golding no firmado por el autor y valdrá una fortuna'. A los cazadores de autógrafos les empuja la misma curiosidad que lleva a muchos niños a mirar detrás de un teatrillo de marionetas o desmontar un reloj. Quieren besar la mano que escribió Ulises aunque, como señalara Joyce, ‘esa mano hizo también muchas otras cosas'."
Una historia de la lectura. Alberto Manguel.

"Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe en la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y que cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre."
Inscripción en la biblioteca del monasterio de San Pedro en Barcelona (sic).(¿éste?)
Una historia de la lectura. Alberto Manguel

domingo, 7 de octubre de 2007

Frases y fragmentos ... (XXVII)

... de lecturas más o menos recientes.



Manguel Wilde

Todorov Sacks


Escribir nuestras impresiones sobre Hamlet cuando volvemos a leerlo año tras año – escribió Virginia Woolf – sería prácticamente como redactar nuestra autobiografía, porque a medida que sabemos más sobre la vida descubrimos que Shakespeare también habla de lo que acabamos de aprender
Una historia de la lectura. Alberto Manguel.

"En general – escribió Kafka en 1904 a su amigo Oskar Pollak -, creo que sólo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen. Si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un mazazo en el cráneo, ¿para qué molestarnos en leerlo? ¿Para que nos haga felices, como dices tú? Cielo santo, ¡seríamos igualmente felices si no tuviéramos ningún libro! Los libros que nos hacen felices podríamos escribirlos nosotros mismos si no nos quedara otro remedio. Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a las junglas más remotas, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo
Una historia de la lectura. Alberto Manguel.

En la esfera de la civilización consciente, la estética es a la ética lo que, en la esfera del mundo físico, la selección sexual es a la selección natural. Como la selección natural, la ética hace posible la existencia. Como la selección sexual, la estética hace que la vida sea bella y maravillosa, la colma de formas nuevas, le aporta progreso, variedad, cambio”.
El crítico como artista. Oscar Wilde.

Rilke se apoya de nuevo en Baudelaire, del que toma la cita de su primer ensayo sobre Rodin. Se trata, en concreto, de una cita de Emerson cuya interpretación por parte del poeta francés retoma. Baudelaire escribe. 'Héroe es quien permanece imperturbablemente concentrado'
Los aventureros del absoluto. Tzvetan Todorov.

Cuando razona [Tsvietáieva], no imagina que se pueda aproximar al absoluto por este medio [la creación poética]: ‘El poeta fracasa inevitablemente en todas las otras vías de realización. Habituado, acostumbrado (por él mismo) con el absoluto, exige de la vida lo que ésta no le puede dar’.
Los aventureros del absoluto. Tzvetan Todorov.

En sus cartas a Sand, Flaubert mantiene un credo que había formulado de este modo en una carta dirigida a otra amiga en 1857: 'La vida es tan espantosa que el único medio para poderla soportar es evitarla. Y se la evita viviendo en el Arte, en la búsqueda incesante de lo Verdadero que proporciona lo bello' ”.
Los aventureros del absoluto. Tzvetan Todorov.

"Si un hombre ha perdido una pierna o un ojo, sabe que ha perdido una pierna o un ojo; pero si ha perdido el yo, si se ha perdido a sí mismo, no puede saberlo, porque no está allí para saberlo."
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Oliver Sacks.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Frases y fragmentos ... (XXVI)

... de lecturas más o menos recientes.

Dickens Cohen Barthes

"La señora Joe era una mujer muy limpia, pero poseía el arte exquisito de hacer su limpieza más incómoda y desagradable para los demás que la misma suciedad. La limpieza vale casi tanto como la piedad, y hay personas que hacen lo mismo con su religión."
Grandes esperanzas. Charles Dickens.

"Dejé a una mujer esperándome.
Me encontré con ella algún tiempo después;
me dijo: Tus ojos están muertos.
Qué es lo que te ha pasado mi amante.

Y como me hablaba con la verdad
traté de contestarle de igual forma.
Lo que le haya pasado a mis ojos
le ha pasado a tu belleza."
La energía de los esclavos. Leonard Cohen.

"Hago esta canción para ti,
Señor del Mundo,
que lo tienes todo,
menos esta canción."
La energía de los esclavos. Leonard Cohen.

"Un koán búdico dice lo que sigue: 'El maestro mantiene la cabeza del discípulo bajo el agua, mucho tiempo, mucho; poco a poco las burbujas se espacian; en el último momento, el maestro saca al discípulo, lo reanima: cuando hayas deseado la verdad como has deseado el aire, entonces sabrás lo que es.' "
Fragmentos de un discurso amoroso. Roland Barthes.

"Este 'contagio afectivo', esta inducción, parte de los otros, del lenguaje, de los libros, de los amigos: ningún amor es original. (La Rochefoucauld: 'Hay gentes, que no habrían estado jamás enamoradas si no hubiesen jamás escuchado hablar del amor' (máxima 36))"
Fragmentos de un discurso amoroso. Roland Barthes.

"Para encontrar la veta de la madera (si no se es ebanista), basta hundir un clavo y ver si entra bien. Para identificar mis puntos débiles existe un instrumento que semeja un clavo: es la broma"
Fragmentos de un discurso amoroso. Roland Barthes.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Sentidos resentidos

¿Cuál es la gracia de ver bailar a los demás? Me lo preguntaba mientras observaba a aquella pareja que siempre entraba en el local poco después de que éste abriera sus puertas; buscaban aquella pequeña y discreta mesa que ofrecía una óptima visión de la pista, encaraban sus sillas hacia el centro, pedían una botella de vino y pasaban largas horas viendo al resto de gente bailar: solos, en pareja, lentos, rápidos, sensuales, frenéticos, ralentizados,…Apenas se miraban entre ellos, parecían querer absorber todo lo que sucedía en la pista, sólo dejaban de mirarla el momento justo y necesario para reponer el nivel de vino de sus copas. Su aparente juventud los hacía aun más singulares, uno no los ubicaba más allá de los treinta; ella probablemente tuviera apenas veinte.
Así pasaban horas. Y días.
Trabajé durante tres meses en la barra de aquel local, y no recuerdo un solo día en que no aparecieran y se situaran en el mismo lugar, siempre acompañados por una botella de vino. En ocasiones, sobretodo entre semana, en los días más flojos, en la pista sólo había un par de personas que apenas puede decirse siquiera que bailaran, simplemente se movían ligeramente al son de la música mientras charlaban y daban buena cuenta de sus copas ... pero aún así, aquella pareja los observaban casi hipnotizados, como si estuvieran viendo bailar el tango más sensual, y fascinante que jamás se hubiera visto.
Ocurría, frecuentemente, en estos días con menor afluencia, que la pista se vaciaba, cuando esto sucedía ejecutaban, como programados, el mismo ritual: él se giraba para buscar la botella y rellenar las copas, bebían un trago y luego ella buscaba en su bolso un par de cigarrillos. Cuando los habían terminado, si nadie había salido a la pista, se levantaban y se marchaban.
Jamás les vi bailar, ni siquiera mover ligeramente las piernas al ritmo de la música … sólo observaban.
Intrigado, le pregunté a uno de los camareros por aquella pareja:

- ¿Quién? … ¿los sordomudos? – me contestó - ¿qué quieres saber?

- No, nada … - le dije - Ya me contestaste.

Claro, sólo eso podía explicar su actitud. Querían conocer la sensación que producía aquello que ellos no podían sentir, probablemente, con un velo de tristeza permanente, pudieran “escuchar” la música de alguna forma al ver al resto de personas moverse a su ritmo, o al menos podrían imaginarla. Desde aquel día no pude dejar de observarlos; aprovechaba los momentos en que no tenía clientes para irme al fondo de la barra, donde mejor podía verlos y, fascinado, mirar sus miradas … me servía una copa y me quedaba casi hipnotizado viéndoles. Buscaba en sus ojos una pista, una señal de aquello que ellos podrían estar imaginando en aquel momento, de la forma, de la textura, del olor y del sabor que estarían asociando a esa música que no podían escuchar y que jamás podrían hacerlo.
Dejé el trabajo poco tiempo después, tras sentir, día tras día, la tristeza que me producía el no poder ver ni escuchar lo que ellos imaginaban, y, sobretodo, por el hecho de creer que nunca podría hacerlo.



A veces voy al rompeolas, me siento en una de las rocas y cierro fuertemente los ojos … sólo escucho las olas, siento la brisa, el olor de la sal … y trato, sin éxito, de imaginarme el mar, imaginar un mar que nunca hubiera visto … Agotado y decepcionado, acabo por abrir los ojos para contemplarlo … es entonces cuando, (maldigo el día que acepté aquel trabajo), no puedo dejar de recordar aquellas miradas sin dejar de convencerme de que ellos, no sólo podrían conseguirlo sino que su mar sería siempre más bonito que el mío.

Sentidos (Isabel Filipe)

miércoles, 15 de agosto de 2007

Frases y fragmentos ... (XXV)

... de lecturas más o menos recientes.


Miller Safranski Barthes

"Tengo muy pocos amigos o conocidos de mi edad o de edad cercana. Aunque suelo sentirme incómodo en compañía de ancianos, me despiertan gran respeto y admiración dos hombres muy viejos que parecen eternamente jóvenes y creativos. Me refiero a Pablo Casals y a Pablo Picasso, ambos hoy de más de noventa años. Esos nonagenarios juveniles ponen en vergüenza a los jóvenes, a hombres y mujeres de mediana edad y clase media, decrépitos en verdad, cadáveres vivientes, por así decirlo, esclavos de sus cómodas rutinas que imaginan que el status quo ha de durar siempre, o que tienen tanto miedo de que sea otro el desenlace que se retiran a sus refugios mentales para esperar el fin."
Al cumplir ochenta. Henry Miller.

"Al escribir mis libros pensaba que me dirigía a espíritus como el mío, nunca me di cuenta de que me aceptarían – y por las peores razones – las masas no pensantes que leen con el mismo entusiasmo tiras cómicas, las noticias deportivas y los reportes financieros del Wall Street Journal."
Mi vida como un eco. Henry Miller.

"Siempre estamos luchando desesperadamente ('nos urge' sería mejor expresión) por descubrir tras el artista al hombre. Como si el hombre llamado Charles Dickens, por ejemplo, fuera una entidad absolutamente independiente del escritor. Nuestro anhelo de atrapar al ser completo pesa menos que nuestra duda de que el artista y el hombre sean uno mismo."
Mi vida como un eco. Henry Miller.

"Cuando en 1875 reúne material para su quinta Intempestiva, sobre el tema ‘Nosotros los filólogos’, escribe esta anotación:’Prefiero escribir algo que merezca ser leído, como los filólogos leen a sus escritores, a acurrucarme en torno a un autor. Y, en general, la más pequeña creación es superior a un discurso sobre lo creado."
Nietzsche. Rüdiger Safranski

"…, no sé demasiado bien lo que es una 'influencia'; en mi opinión lo que se transmite no son 'ideas', sino 'lenguajes', es decir formas que se pueden llenar de modos diferentes; es por eso que la noción de circulación me parece más justa que la de influencia, los libros son más bien 'monedas' que 'fuerzas'."
El grano de la voz. Roland Barthes

sábado, 11 de agosto de 2007

Frases y fragmetos ... (XXIV)

... de lecturas más o menos recientes.

Nietzsche Camus Balzac


"No es necesario ni deseable que alguien tome partido por mí. Al contrario, una dosis de curiosidad, como la que nos inspira una planta extraña, acompañada de una resistencia irónica, me parecería una posición incomparablemente más inteligente en relación con mi persona."
Friedrich Nietzsche, carta a Carl Fuchs, 29 de julio de 1888.

"Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción."
El mito de Sísifo. Albert Camus.

"Existe en Douai en la calle de París una casa cuya fisonomía, distribución interior y detalles han conservado, más que los de ninguna otra mansión, el carácter de las antiguas construcciones flamencas, tan ingenuamente adaptadas a las costumbres patriarcales; pero antes de describirla, acaso convenga en interés de los escritores dejar sentada la necesidad de esas preparaciones didácticas contras las que protestan ciertas personas ignorantes y voraces que desean emociones sin soportar sus principios generadores, la flor sin la semilla, la criatura sin la gestación. ¿Habría de exigírsele, pues, al Arte que sea más fuerte que la Naturaleza?"
La búsqueda del absoluto. Honoré de Balzac.

"El resonar de aquellos pasos hubiera dado que pensar a la persona más distraída, ya que resultaba imposible escucharlos distraídamente. Un andar precipitado o convulso aterra. Cuando un hombre se levanta y grita anunciando un incendio, sus pies hablan tan alto como su voz. Siendo así, las emociones que cause un modo de andar contrario no tienen por qué resultar menos intensas. La lentitud grave, el paso cansino de aquel hombre habría sin duda impacientado a gente irreflexiva; pero un observador o personas nerviosas hubieran experimentado una sensación próxima al terror al oír el sincopado ruido de aquellos pies que parecían carecer de vida haciendo crujir el suelo como si dos pesas de hierro lo golpeasen alternaivamente."
La búsqueda del absoluto. Honoré de Balzac.

"De todos los hombres, acaso fuera el único en saber que una palabra, una mirada, pueden borrar años de felicidad, siendo más crueles porque contrastan con una dulzura constante; y es que nuestra naturaleza nos incllina a experimentar más dolor con una disonancia en la felicidad que placer con un goce en la desdicha."
La búsqueda del absoluto. Honoré de Balzac.


viernes, 3 de agosto de 2007

Todd Solondz


"A veces pienso que mis películas no son para todo el mundo. En especial, no son para esa gente a la que tanto le gustan."



Storytelling:



Happiness:




Palíndromos:

jueves, 12 de julio de 2007

Frases y fragmentos ... (XXIII)

... de lecturas más o menos recientes.


NabokovAlbaiges Shapiro
Hillman Strindberg



"- ¿Para quién escribe? ¿Para qué público?
- No creo que el artista deba preocuparse acerca de su público. El mejor público es la persona que todas las mañanas ve en el espejo cuando se afeita. Creo que el público que imagina el artista, cuando imagina semejante cosa, es el de una sala llena de gente que lleva su propia máscara."
Opiniones contundentes. Vladimir Nabokov.


"Una preocupación constante en toda la historia de Atenas era el temor de que las personas con excesiva popularidad por su actuación política, militar o por su riqueza pudieran abusar de ella convirtiéndose en dictadores. Para evitarlo, Clístenes creó una institución peculiar, el ostracismo (*del griego ‘ostrakos’, ‘cerámica’). Se celebraba anualmente, si la Ecclesia lo decidía, una votación en la que en trozos de cerámica se escribía el nombre de una persona considerada peligrosa, y el "elegido” era desterrado de Atenas por diez años, sin juicio ni mayores formalidades."
Alcibíades, el primer griego. Josep Maria Albaigès.


"Ben Jonson, que fue encarcelado por breve tiempo, sólo se libró de la hora por leer su “neck verse”, una escapatoria legal que databa de la época medieval y por la que se perdonaba a los hombres instruidos si eran capaces de leer la Biblia en latín, tarea bastante fácil para Jonson, que había recibido una formación clásica. Pero no salió indemne: fue marcado con hierro candente en el pulgar con la T de Tyburn, el lugar de ejecución de la ciudad. Si volvía a cometer un crimen sería ahorcado allí mismo."
1599. Un año en la vida de William Shakespeare. James Shapiro.


"En la habitación de todo viajero hay una Biblia cuando debiera haber una Odisea."
Pan y la pesadilla. James Hillman.


"DIOS.- ¡Hágase el movimiento, pues el reposo nos ha corrompido!"
Inferno. August Strindberg.

domingo, 27 de mayo de 2007

Una sonrisa

Aunque han pasado ya dos meses, recuerdo aquel día perfectamente. Cualquier hora o minuto de aquel infausto lunes puede ser rememorado por mí hasta el más ínfimo detalle. Recuerdo salir de casa y saludar a la vecina que entraba justo en aquel momento, como cada día, con su periódico y la barra del pan bajo el brazo. Recuerdo los 8 minutos 53 segundos que estuve en la cafetería desayunando, repitiendo la invariable rutina de los días laborables. Ya entonces notaba una extraña sensación que sólo podía describir como inquietante, precisamente porque era lo único que podía decir de ella, ya que no sabía ni definirla ni tampoco explicar su causa. La sensación se acentuó al entrar en el metro, buscar un hueco en el vagón y comenzar el tránsito de 23 minutos 17 segundos hasta mi destino. ¿Qué era lo que me provocaba aquella inquietud? Incapaz de concentrarme en la lectura, reflexionaba sobre la posible causa de mi anormal estado; miraba a mi alrededor y no veía más que las mismas imágenes de cada día, los mismos sonidos, los mismos colores,… Salí casi a la carrera hacia la calle, empujando a varias personas, buscando la luz y el aire, convencido de que se trataba de algún tipo de episodio claustrofóbico. De hecho deseaba que así fuera, de ello me quería convencer a fin de encontrar una explicación, aunque fuera poco convincente, para justificar mi angustia.
Al salir a la calle, la inquietud no sólo permanecía, sino que parecía multiplicarse. Miraba alrededor, contemplaba detalles, examinaba el cielo buscando algún fenómeno meteorológico especial, me miraba los brazos y las piernas buscando alguna señal de algo anormal, diferente, … pero nada, absolutamente nada, todo era aparentemente normal, excepto mi angustia, mi injustificada inquietud.
Dirigirme a la oficina, subir en el ascensor, saludar a los compañeros y ocupar mi mesa no cambió en nada mis sensaciones, de hecho las confirmó. Sentado en mi mesa, miraba alrededor, observando a mis compañeros, buscando aquello que se salía de lo habitual … necesité casi 5 minutos pero lo encontré, ¿cómo se me podía haber pasado por alto?, sí, no había duda, de eso se trataba: ¡todos sonreían!.
Los observaba con una mezcla de asombro e incredulidad; todos sonreían de una forma aparentemente franca, afable, sencilla … No había risas, ni carcajadas, ni gestos fuera de lo normal excepto esa limpia sonrisa permanente en el rostro de todos y cada uno de ellos, como lo estaba, entonces me di cuenta, en el rostro de mi vecina, de la camarera de la cafetería y del resto de personas que tomaban su café matutino, en el de todas y cada una de las personas que había visto en el metro, incluyendo a aquellas a quien en mi carrera hacia el exterior había pisado y empujado. El hecho de haber descubierto el motivo de mi inquietud no hizo que esta desapareciera, acaso lo hizo unos segundos para luego volver multiplicada: aquello no era en absoluto normal, ojalá fuera un sueño, pensaba. Tenía que encontrar la explicación:



- ¡Rafa!- me dirigí a uno de mis compañeros - ¿Por qué sonríes?
- ¿Qué?, ¿qué hablas?, para sonreír estoy yo un lunes por la mañana.



Su respuesta apareció en un tono molesto pero rodeada en todo momento por esa contagiosa sonrisa. Me levanté y me dirigí a la cafetería de la oficina, donde me encontré a cuatro compañeros comentando el fin de semana ya consumido.



- ¡Buenos días a todos! – saludé – ¿Qué es lo que me he perdido? ¿Por qué estáis todos sonriendo?



Se miraron entre ellos manteniendo sus sonrisas, pero en sus miradas se traducía la sorpresa por mi comentario.



- ¿Sonriendo?, ¿es alguna broma o algún chiste?
- Ehh … Sí, un .. un chiste, pero olvidé como sigue.
- Estás bien, tu también. Anda, vamos a trabajar.



Se marcharon todos, sonrientes, hacia sus mesas. No entendía nada, pensaba en una broma que toda la oficina me hubiera preparado pero, obviamente, nunca mi vecina ni la gente del metro podrían estar involucrados. De repente, una horrible certeza me vino a la mente, temblando corrí hacia el lavabo para mirarme al espejo y confirmarla … efectivamente, el espejo me devolvía una mirada angustiosa, aterrorizada … sobre un rostro sonriente. Quedé observando , petrificado, aquella expresión que no era la mía, como tampoco podía ser la de todas las personas que durante el día me había cruzado. Sudaba y temblaba todo mi cuerpo … ¿de quién era esa sonrisa que me devolvía el espejo?, ¿de quiénes eran todas esas sonrisas que se me aparecían por todas partes?
El pánico me paralizó. Al cabo de unos minutos entró un compañero que preocupado me preguntaba, sin perder su sonrisa, qué me ocurría. Yo estaba sentado en un rincón del baño, inmóvil, incapaz de atreverme a mover un músculo, de ponerme a la altura de aquel espejo y de nuevo ver esa horrible sonrisa en mi cara.
Vinieron más compañeros que discutieron, sonrientes, sobre qué me podía ocurrir hasta que decidieron, sin perder la sonrisa, llamar a una ambulancia. Me llevaron a urgencias del Hospital Clínic, me atendieron varios médicos que no perdieron la sonrisa en ningún momento, me hicieron radiografías, TACs, y todo tipo de pruebas. Dos días después el Dr. Sancha vino a mi habitación y me lo explicó, con esa estúpida sonrisa en su rostro, me contó lo del síndrome de Merken-Hagen, lo de que sólo se conocían tres casos en toda la historia (aunque los anteriores se consideraban casi leyendas porque se produjeron hace varios siglos y no había pruebas “fehacientes”), y, sin perder por un momento la sonrisa, pero, eso sí, con un tono tan bajo que apenas pude escucharle lo de que me quedaban entre dos y tres meses de vida.



- Eso es lo que le hace sonreír, – le dije – el poder experimentar directamente con un caso tan raro, ¿verdad? Seguro que será la estrella de todos los congresos médicos a los que vaya.



Le odio, como odio a mis antiguos amigos y a mis familiares que me venían a visitar hasta que les prohibí que lo hicieran: todos sonrientes y satisfechos pese a que sus falsas palabras querían expresar tristeza y dolor. Pero no, su cara hablaba por ellos, sonreían inevitablemente sabiendo que podrían explicar a sus parejas y a sus amigos que conocían a ese tipo raro del que se hablaba en la prensa. Como la cara de los doctores y enfermeras que me atienden en este odioso hospital: todos sonrientes y emocionados de poder tratar a un caso tan extraño. Falsos. Los maldigo a todos. Me están matando, lo sé, puedo ver mi cuerpo que se consume día a día … pero también puedo ver en el espejo como mi gesto se mantiene sonriente, no conseguirán quitarme la sonrisa jamás. Sé que todos me quieren ver muerto, pero no les obsequiaré con ninguna lágrima, con ningún gesto de tristeza. Pienso sonreír hasta el día de mi muerte, y aun lo haré después, cuando contemple como esa estúpida sonrisa desaparece de sus rostros cuando vean que mi cadáver les sonríe. Será la sonrisa victoriosa del ganador. Como deseo que llegue ese momento.

Frases y fragmentos ... (XXII)

... de lecturas más o menos recientes.

Sarah Bernhardt
"Existen también las tradiciones morales relacionadas con lo legendario. En ocasiones he querido, en compañía de un autor, obligar al público a volverse hacia la verdad y a destruir el aspecto legendario de ciertos personajes que la historia de hoy día nos presenta tal como fueron en la realidad. Pues bien, el público no me ha secundado. Y yo me he dado cuenta enseguida de que la leyenda triunfa por encima de la historia y de que es preferible cederle el paso. ¿Quién fue Juana de Arco? ¿la campesina robusta, la buena moza ruda sometida a las promiscuidades de su época bárbara entre los soldados que bromeaban pícaramente? No; se trataba de un ser frágil guiado por un alma divina. Un ángel invisible sostiene su brazo portador del pesado estandarte. Lo que nos interesa es la leyenda. Pues la hemos forjado según nuestra voluntad. Y es la que triunfa."
El arte del teatro. Sarah Bernhardt.

"Los moralistas, y en particular los moralistas religiosos, cubren de oprobio a los actores en general, y consideran el teatro lugar de perdición. Así, en la mayoría de las ciudades de América en que he dado representaciones en el curso de mi gira, los obispos lanzaban ex cátedra rayos destinados a reducirnos a cenizas a mis camaradas y a mí. Respecto a una prédica semejante, mi manager, el señor Henry Abbey, escribió al obispo de Chicago la siguiente carta:
'Monseñor, cuando voy a su ciudad tengo la costumbre de gastarme en publicidad cuatrocientos dólares Pero como esta vez lo ha hecho usted por mí, le envío doscientos dólares para sus pobres.Henry Abbey.'
"
El arte del teatro. Sarah Bernhardt.

"Las más grandes pintoras, Rosa Bonheur, Madeleine Lemaire, la señora Dermont-Breton, Louise Abbéma, Maud Earle, han tenido en diferentes grados un verdadero talento. Pero ni una se ha acercado a Rafael, a Leonardo da Vinci, a Rubens, a Velázquez, a Delacroix, a Edouard Detaille, a Alfred Stevens, a Bastien Lepage. En música, ni una mujer hubiera tenido oportunidad de componer una ópera antes de Augusta Holmès; Cécile Chaminade es una pianista virtuosa y compositora de gran talento: pero ninguna de estas dos mujeres se acerca a Bach, a Mozart, a Beethoven, a Wagner, a Schumann, a Gounod, a Massenet, a Saint-Saëns. En poesía, las señoras Desbordes-Valmore, Ackermann, de Noailles, Lucia Delarue-Mardrus, Rosemonde Gérard, de Régnier, Hélène Picard, Jane Catulle Mendès, tienen todas ellas un enorme talento, pero todavía están lejos de Rostand, Racine, Victor Hugo, Lamartine, Musset, Edmond Rostand, Jean Richepin y tantos otros ilustres…
Y no hablo de escultura: la verdad es que no hay ninguna mujer que sea una gran escultora. (nota: Claudel es 20 años mayor que Bernhardt)
En el teatro, por el contrario, las grandes artistas femeninas son mucho más numerosas que los hombres. Sabemos que Nerón fue un gran actor; pero Teodora fue más grande que él; Roscio era, al parecer, un actor ilustre, y el pobre pagó bien cara su celebridad.
Pero en los dos últimos siglos el número de artistas femeninas que han ilustrado la escena francesa ha sobrepasado el número de los artistas masculinos. No hay nada que oponer a la señorita Duclos, a Adrienne Lecouvreur, a Clairon, a la Champmeslé, a la señorita Georges, a la señorita Mars, a Rachel, como no sean Baron, Talma y Mounet-Sully. Y es algo que me parece absolutamente lógico.
El arte teatral me parece un arte más bien femenino; contiene en sí mismo todos los artificios correspondientes a los recursos de la mujer: el deseo de agradar, la facilidad para exteriorizar los sentimientos y disimular los defectos y la asimilación, que es la esencia misma de la mujer. Y lo que todavía da a la mujer una pequeña superioridad es que es mujer, y que sus cualidades físicas generalmente la hacen superar las cualidades físicas del hombre. Por eso nuestro arte es tan hermoso y tan completo, porque refleja todas las demás artes; nuestro arte, como digo, es un poco inferior porque no puede ejercerse sin la belleza del cuerpo o del rostro."

El arte del teatro. Sarah Bernhardt.



Sarah Bernhardt en Queen Elizabeth (1912)

"Hay cinco clases de actrices: las buenas, las malas, las regulares,
las grandes actrices y ... Sarah Bernhardt"

Mark Twain

sábado, 12 de mayo de 2007

Frases y fragmentos ... (XXI)

... de lecturas más o menos recientes.

Luigi Pirandello Jerzy Grotowski
Adolfo MarsillachOscar Wilde



"DIRECTOR.- ¡Váyamos a los hechos, señores, vayamos a los hechos! ¡Dejémonos de discursos!
PADRE.- ¡Perfecto! Pero no olvide usted que un hecho es … como un saco: si está vacío, no se mantiene en pie. Para ello, hace falta en primer lugar colmarlo de la razón y de los sentimientos que lo han determinado"
Seis personajes en busca de autor. Luigi Pirandello

"DIEGO.- (Violento a su vez, agresivo, poniéndole las manos en los hombros y mirándolo fijamente a los ojos, muy cerca de él.) ¡Sí! Si dejas que te miren de este modo.
PRESTINO.- (
Sorprendido) ¿Cómo?
DIEGO.- Así, a los ojos. ¡Así! ¡No, mírame! Así. Desnudo como estás, con todas tus miserias, con el lodo que tienes dentro de ti, igual que yo, con tus miedos, tus remordimeintos, tus contradicciones. Separa de ti esa marioneta que tu mismo te construyes con la interpretación ficticia de tus actos, de tus sentimientos: te darás cuenta enseguida que nada tiene que ver con lo que eres, con lo que puedes ser en verdad, con lo que está dentro de ti y tú desconoces; es un dios terrible, tenlo en cuenta, si te opones a él; pero enseguida se apiada de ti, de cada una de tus culpas, si te abandonas, si no intentas buscar una excusa"

Cada cual a su manera. Luigi Pirandello

"Consideramos al texto como un trampolín, no como un modelo, y esto no porque despreciemos la literatura, sino porque no es en la literatura donde se encuentra la parte credora del teatro, pese a que las grandes obras dramáticas sean para esta creación un aguijón de valor inestimable."
Teatro laboratorio. Jerzy Grotowski

"Y sin embargo …, hay algo más “natural” en el deseo de seducción de las actrices que en el imperativo de conquistar de los actores. ¿Es que la seducción y la conquista son más femeninas que masculinas? Pues sí, yo creo que sí. Las mujeres “fingen” desde niñas. (No uso el verbo fingir en su sentido peyorativo.) Se arreglan más, demuestran sus sentimientos con menos pudor, se inician en el coqueteo, aprenden a maquillarse… Tal vez esta educación exhibicionista explique el fenómeno de que, en general, las mujeres sean mejores intérpretes que los hombres"
Tan lejos, tan cerca. Adolfo Marsillach

"LORD DARLINGTON: ¡No, no me quiere!
DUMBY: Pues te felicito, chico. En este mundo hay sólo dos tragedias. Una es no conseguir lo que uno quiere, y otra, conseguirlo. Esta última es la peor, ¡esta última es una verdadera tragedia!
"
El abanico de Lady Windermere. Oscar Wilde

domingo, 29 de abril de 2007

El abanico de Lady Windermere

En el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) se representa "El ventall de Lady Windermere" de Oscar Wilde, dirigido por Josep Maria Mestres y protagonizado, entre otros, por Carme Elias, Silvia Bel, David Selvas y Abel Folk.



La acción de la obra se ha trasladado ligeramente: desde el final del siglo XIX a los años 20 del pasado siglo. Los motivos los explica el director en estos términos: “Oscar Wilde describía en ‘El abanico de Lady Windermere’ unos personajes inspirados en la misma gente que iba a ver sus comedias, y que se veía reflejada (o, como método de autoprotección, no se quería ver reflejada). Este efecto espejo, nosotros, no lo podemos reproducir. Ahora bien, para facilitar la identificación del público con la historia sí que estamos intentando acercar el comportamiento de los personajes a una sensibilidad más próxima, más contemporánea. Para reforzar este efecto hemos querido trasladar la acción de la obra a los años veinte del siglo pasado. Esto se percibe de entrada, y sobretodo, con el vestuario. El hecho de eliminar la cotilla a las mujeres tiene un valor estético, pero también metafórico. Con esta pequeña modificación tenemos la ventaja de poder construir mujeres más modernas, sin la cotilla física ni la cotilla mental. También ha sido un guiño a Ernst Lubitsch, para mí uno de los grandes maestros de la comedia. Lubitsch hizo su versión cinematográfica de ‘El abanico de Lady Windermere’ en la década de los veinte y trasladó la acción a su época.Por tanto, este desplazamiento funciona también como un pequeño homenaje a Lubitsch. Forzar más el acercamiento de la historia a nuestros días creo que hubiera sido un error de cara a la verosimilitud de los hechos, las situaciones y los sentimientos que la conforman.”


Abel Folk, Carme Elias, Silvia Bel y David Selvas


La obra merece destacarse especialmente por dos motivos: el primero la brillante interpretación (y deslumbrante presencia) de Carme Elias en el papel de Mrs. Erlynne y, por otro, por la acentuación del aspecto cómico de la obra que creo se ha realizado de forma excelente; el texto como tal en muchas ocasiones se aleja de la comedia, tanto por el argumento como por el perfil y carácter de muchos de sus personajes, de forma que es fundamental que la puesta en escena aumente la intensidad de los aspectos cómicos; sirva como ejemplo, el personaje de la Duquesa de Berwick que interpreta Teresa Lozano dándole un toque incluso de simpatía pese a tratarse de un personaje "desagradable" (esto no acaba de gustar a algunos puristas que creen que el director y los actores se deben limitar a "fotocopiar" la idea que el autor quiso dar a su obra, sin darles opción a toque personal alguno) .

La obra, muy recomendable, estará en cartel hasta el 10 de junio.


Como curiosidad les dejo este fragmento de la versión que, en 1981, se hizo para el programa Estudio 1 de TVE. En ella, Carme Elias hizo el papel de Lady Windermere (hija) (con Mercedes Alonso como Mrs Erlynne(madre)). El destino ha querido que 26 años después la podamos volver a ver en la misma obra, pero esta vez interpretando al personaje de Mrs Erlynne.




Bonus track: entrevista a Carme Elias en el programa Via Lliure de RAC-1 (29/04/2007 - 26 min)
Pulsa aquí para escuchar