miércoles, 22 de agosto de 2007

Sentidos resentidos

¿Cuál es la gracia de ver bailar a los demás? Me lo preguntaba mientras observaba a aquella pareja que siempre entraba en el local poco después de que éste abriera sus puertas; buscaban aquella pequeña y discreta mesa que ofrecía una óptima visión de la pista, encaraban sus sillas hacia el centro, pedían una botella de vino y pasaban largas horas viendo al resto de gente bailar: solos, en pareja, lentos, rápidos, sensuales, frenéticos, ralentizados,…Apenas se miraban entre ellos, parecían querer absorber todo lo que sucedía en la pista, sólo dejaban de mirarla el momento justo y necesario para reponer el nivel de vino de sus copas. Su aparente juventud los hacía aun más singulares, uno no los ubicaba más allá de los treinta; ella probablemente tuviera apenas veinte.
Así pasaban horas. Y días.
Trabajé durante tres meses en la barra de aquel local, y no recuerdo un solo día en que no aparecieran y se situaran en el mismo lugar, siempre acompañados por una botella de vino. En ocasiones, sobretodo entre semana, en los días más flojos, en la pista sólo había un par de personas que apenas puede decirse siquiera que bailaran, simplemente se movían ligeramente al son de la música mientras charlaban y daban buena cuenta de sus copas ... pero aún así, aquella pareja los observaban casi hipnotizados, como si estuvieran viendo bailar el tango más sensual, y fascinante que jamás se hubiera visto.
Ocurría, frecuentemente, en estos días con menor afluencia, que la pista se vaciaba, cuando esto sucedía ejecutaban, como programados, el mismo ritual: él se giraba para buscar la botella y rellenar las copas, bebían un trago y luego ella buscaba en su bolso un par de cigarrillos. Cuando los habían terminado, si nadie había salido a la pista, se levantaban y se marchaban.
Jamás les vi bailar, ni siquiera mover ligeramente las piernas al ritmo de la música … sólo observaban.
Intrigado, le pregunté a uno de los camareros por aquella pareja:

- ¿Quién? … ¿los sordomudos? – me contestó - ¿qué quieres saber?

- No, nada … - le dije - Ya me contestaste.

Claro, sólo eso podía explicar su actitud. Querían conocer la sensación que producía aquello que ellos no podían sentir, probablemente, con un velo de tristeza permanente, pudieran “escuchar” la música de alguna forma al ver al resto de personas moverse a su ritmo, o al menos podrían imaginarla. Desde aquel día no pude dejar de observarlos; aprovechaba los momentos en que no tenía clientes para irme al fondo de la barra, donde mejor podía verlos y, fascinado, mirar sus miradas … me servía una copa y me quedaba casi hipnotizado viéndoles. Buscaba en sus ojos una pista, una señal de aquello que ellos podrían estar imaginando en aquel momento, de la forma, de la textura, del olor y del sabor que estarían asociando a esa música que no podían escuchar y que jamás podrían hacerlo.
Dejé el trabajo poco tiempo después, tras sentir, día tras día, la tristeza que me producía el no poder ver ni escuchar lo que ellos imaginaban, y, sobretodo, por el hecho de creer que nunca podría hacerlo.



A veces voy al rompeolas, me siento en una de las rocas y cierro fuertemente los ojos … sólo escucho las olas, siento la brisa, el olor de la sal … y trato, sin éxito, de imaginarme el mar, imaginar un mar que nunca hubiera visto … Agotado y decepcionado, acabo por abrir los ojos para contemplarlo … es entonces cuando, (maldigo el día que acepté aquel trabajo), no puedo dejar de recordar aquellas miradas sin dejar de convencerme de que ellos, no sólo podrían conseguirlo sino que su mar sería siempre más bonito que el mío.

Sentidos (Isabel Filipe)

miércoles, 15 de agosto de 2007

Frases y fragmentos ... (XXV)

... de lecturas más o menos recientes.


Miller Safranski Barthes

"Tengo muy pocos amigos o conocidos de mi edad o de edad cercana. Aunque suelo sentirme incómodo en compañía de ancianos, me despiertan gran respeto y admiración dos hombres muy viejos que parecen eternamente jóvenes y creativos. Me refiero a Pablo Casals y a Pablo Picasso, ambos hoy de más de noventa años. Esos nonagenarios juveniles ponen en vergüenza a los jóvenes, a hombres y mujeres de mediana edad y clase media, decrépitos en verdad, cadáveres vivientes, por así decirlo, esclavos de sus cómodas rutinas que imaginan que el status quo ha de durar siempre, o que tienen tanto miedo de que sea otro el desenlace que se retiran a sus refugios mentales para esperar el fin."
Al cumplir ochenta. Henry Miller.

"Al escribir mis libros pensaba que me dirigía a espíritus como el mío, nunca me di cuenta de que me aceptarían – y por las peores razones – las masas no pensantes que leen con el mismo entusiasmo tiras cómicas, las noticias deportivas y los reportes financieros del Wall Street Journal."
Mi vida como un eco. Henry Miller.

"Siempre estamos luchando desesperadamente ('nos urge' sería mejor expresión) por descubrir tras el artista al hombre. Como si el hombre llamado Charles Dickens, por ejemplo, fuera una entidad absolutamente independiente del escritor. Nuestro anhelo de atrapar al ser completo pesa menos que nuestra duda de que el artista y el hombre sean uno mismo."
Mi vida como un eco. Henry Miller.

"Cuando en 1875 reúne material para su quinta Intempestiva, sobre el tema ‘Nosotros los filólogos’, escribe esta anotación:’Prefiero escribir algo que merezca ser leído, como los filólogos leen a sus escritores, a acurrucarme en torno a un autor. Y, en general, la más pequeña creación es superior a un discurso sobre lo creado."
Nietzsche. Rüdiger Safranski

"…, no sé demasiado bien lo que es una 'influencia'; en mi opinión lo que se transmite no son 'ideas', sino 'lenguajes', es decir formas que se pueden llenar de modos diferentes; es por eso que la noción de circulación me parece más justa que la de influencia, los libros son más bien 'monedas' que 'fuerzas'."
El grano de la voz. Roland Barthes

sábado, 11 de agosto de 2007

Frases y fragmetos ... (XXIV)

... de lecturas más o menos recientes.

Nietzsche Camus Balzac


"No es necesario ni deseable que alguien tome partido por mí. Al contrario, una dosis de curiosidad, como la que nos inspira una planta extraña, acompañada de una resistencia irónica, me parecería una posición incomparablemente más inteligente en relación con mi persona."
Friedrich Nietzsche, carta a Carl Fuchs, 29 de julio de 1888.

"Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción."
El mito de Sísifo. Albert Camus.

"Existe en Douai en la calle de París una casa cuya fisonomía, distribución interior y detalles han conservado, más que los de ninguna otra mansión, el carácter de las antiguas construcciones flamencas, tan ingenuamente adaptadas a las costumbres patriarcales; pero antes de describirla, acaso convenga en interés de los escritores dejar sentada la necesidad de esas preparaciones didácticas contras las que protestan ciertas personas ignorantes y voraces que desean emociones sin soportar sus principios generadores, la flor sin la semilla, la criatura sin la gestación. ¿Habría de exigírsele, pues, al Arte que sea más fuerte que la Naturaleza?"
La búsqueda del absoluto. Honoré de Balzac.

"El resonar de aquellos pasos hubiera dado que pensar a la persona más distraída, ya que resultaba imposible escucharlos distraídamente. Un andar precipitado o convulso aterra. Cuando un hombre se levanta y grita anunciando un incendio, sus pies hablan tan alto como su voz. Siendo así, las emociones que cause un modo de andar contrario no tienen por qué resultar menos intensas. La lentitud grave, el paso cansino de aquel hombre habría sin duda impacientado a gente irreflexiva; pero un observador o personas nerviosas hubieran experimentado una sensación próxima al terror al oír el sincopado ruido de aquellos pies que parecían carecer de vida haciendo crujir el suelo como si dos pesas de hierro lo golpeasen alternaivamente."
La búsqueda del absoluto. Honoré de Balzac.

"De todos los hombres, acaso fuera el único en saber que una palabra, una mirada, pueden borrar años de felicidad, siendo más crueles porque contrastan con una dulzura constante; y es que nuestra naturaleza nos incllina a experimentar más dolor con una disonancia en la felicidad que placer con un goce en la desdicha."
La búsqueda del absoluto. Honoré de Balzac.


viernes, 3 de agosto de 2007

Todd Solondz


"A veces pienso que mis películas no son para todo el mundo. En especial, no son para esa gente a la que tanto le gustan."



Storytelling:



Happiness:




Palíndromos: